El Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional fue escenario el lunes de la entrega de premios “Rosa de Cobre”, un reconocimiento honorífico de la institución a la trayectoria de escritores argentines. El premió se creó en 2013, durante la gestión de Horacio González, y desde entonces se distinguieron poetas, antropólogos, periodistas y autores de diversos géneros y disciplinas. Fue suspendido por el macrismo y luego por la pandemia, hasta retomarse en 2022; este año, el eje del reconocimiento fue la dramaturgia, con figuras emblemáticas como Griselda Gambaro, Roberto “Tito” Cossa, Mauricio Kartun y Ernesto Tirri.

“Hace 40 años dejábamos atrás la cultura de la muerte; lo demoníaco se había instalado en la Argentina, y frente a esa situación espantosa surgió la resistencia”, señaló Tristán Bauer, Ministro de Cultura, en la apertura del acto. La quema del Teatro Abierto por parte de la dictadura lo único que logró fue levantar semillas de libertad”, señaló antes de agradecer a los homenajeados:  “Ver esta rosa y tener presentes a cada uno de ustedes en esta sala honra a la cultura argentina. Su vida y obra es un ejemplo para todos nosotros y como ministro y como artista les quiero expresar mi más sincero agradecimiento por lo que hicieron, por lo que están haciendo y por lo que harán a futuro”.

El director de la Biblioteca Nacional, Juan Sasturain, recorrió la trayectoria de los artistas, así como la historia de la creación del “Rosa de Cobre”. Además, se preguntó por qué no se habían entregado a los dramaturgos: “¿Será porque en alguna parte de nuestro inconsciente pensamos que no eran escritores, tal vez? Si fue así, estamos reparando eso ahora”, indicó el director, quien señaló que no se pensó como un premio ni un trofeo porque no es resultado de una competencia contra alguien, sino de alguien consigo mismo. “Me gusta pensar a la Rosa de Cobre como un gesto de reconocimiento que encarna ese gesto consciente, meditado, sustentado en convicciones y conductas desplegadas en este hermoso y terrible tiempo de los argentinos. La Rosa de Cobre que ponemos en manos de estos escritores es un reconocimiento a una larga trayectoria coherente y sostenida a lo largo de una vida entera de trabajo, de fervor, de talento e inteligencia puestas al servicio de la construcción de una comunidad más justa, más plena y más digna para todos”.

Entonces llegó el turno de los homenajeados. Griselda Gambaro hizo referencia a la situación actual del país y compartió un mensaje esperanzador con los presentes: “Me parece que Argentina está luchando por un espacio donde todos podamos gozar de la cultura y que esa cultura sea cada vez más inclusiva y más fuerte. Necesitamos un país más inclusivo y lo vamos a conseguir porque somos buenos, ¿no?”, se preguntó entre risas.

En sintonía, Mauricio Kartún destacó que Argentina tiene una actividad teatral sorprendente en este momento y que Buenos Aires triplica en estudiantes de teatro a cualquier capital europea. “Tenemos esta actividad porque hace 25 años conseguimos una ley nacional donde el trabajo teatral está protegido y promocionado. Entender el fenómeno de lo conquistado me remite a una mirada posible sobre la historia del mundo; un mundo donde el hombre es más feliz cuando está protegido en el trabajo, en la salud, cuando tiene acceso a la cultura. Cualquier plan que piense que son más importantes los números que las felicidades nos pone en guardia. No permitamos perder un metro de felicidad”, concluyó el escritor. También celebró que el reconocimiento haya sido para la dramaturgia porque son como una ‘raza aparte’. “Recibir este premio junto a Tito, Grisela y Tirri me multiplica la alegría. La verdadera energía está en la comunidad”, señaló.

Roberto “Tito” Cossa contó que “me cae muy bien recibir premios”: el escritor narró, con el humor popular que lo caracteriza, cómo el autor fue perdiendo diversas batallas en el mundo del teatro. “Cuando empecé a escribir, a principios de los años 60, estaba vivo Brecht, Sartre, Arthur Miller, que eran escritores, y yo también quería ser escritor pero escribía diálogos. En los ’70 el rol del autor se desprestigió y empezó a ser guionista: ‘Vos sos el autor de la obra, pero yo soy el autor de la puesta’, nos decían. Los directores siempre tuvieron una lucha con el texto, les gusta agregar, acotar, modificar… con el tiempo entendí que esa batalla ya la ganaron ellos. Y así llegamos a esta situación donde la palabra contada, que llamaron realismo, fue perdiendo para dar paso un teatro más ligado a la imagen”.

Exhibiendo su carnet 3928 de la Sociedad Argentina de Autores confeccionado en 1969, Ernesto Tirri hizo un repaso por la la historia del teatro en los años 60, 70 y 80 recordando grandes obras y a personajes centrales para el teatro nacional. “En los años 70 el Fondo Nacional de las Artes me otorgó una una beca para estudiar la dramaturigia argentina, a los autores de ese nuevo realismo que estaba presente. Admiraba la obra de Griselda, de Tito. La memoria, la identidad que se pierde en los diferentes exilios estaba presente en cada texto. El teatro nos hablaba de los cambios que se producen en la historia, de esos cambios que no son singulares. Fue una década increíble.”



Fuente Pagina12