La falta de combustible en el medio de la campaña electoral, pretende ser presentada por la cadena de medios hegemónicos comprometidos con el oligopolio petrolero y con la fórmula Macri – Milei, como el resultado de la demoníaca intervención estatal que, al fijar precios, genera desabastecimiento. La campaña de desinformación se profundizo cuando, razonablemente, el ministro-candidato Sergio Massa, le puso un límite al comportamiento especulativo del oligopolio petrolero.
La verdad, lo que está ocurriendo no es el resultado de la existencia de precios congelados, sino de lo limitada que es la regulación pública sobre el sector e incluso la consecuencia de las exageradas concesiones que se le han hecho al oligopolio petrolero.
Resulta absurdo asociar la situación con el congelamiento de los precios en un contexto donde, medido en dólares, en los últimos años los precios de los combustibles en el mercado interno, fluctúan en un rango marginal y acotado de precios. Más aún, en el último semestre los precios acompañaron la evolución de los precios internacionales, e incluso, se les autorizó un aumento del 12% en el contexto de la devaluación post-PASO. Recién ahí se pactó el congelamiento temporal.
Esto a la vez, en un marco que le garantiza a las empresas un dolar diferencial para la exportación, que les fija un precio para abastecer el mercado interno a través del barril criollo (56-58 dólares) que está muy lejos de los costos de extracción del barril, y con un beneficio de no actualización (desgravación) del componente de biocombustible e impositivo que participan del precio final.
En este marco de concesiones de todo tipo es que se llega al absurdo de una situación donde tenemos récord de producción, de inversiones y de exportaciones en el sector, y resulta que en el país falta combustible.
Resulta sorprendente que en la mayoría de los análisis y las coberturas por este tema, en ningun momento haya aparecido un dato clave. En el contexto de expansión del sector descripto, hay caída de la producción de naftas y de gas-oil, reducción en los volúmenes de refinación en todo el parque, incluso antes del congelamiento de precios.
Claramente, la diferencia entre el precio generoso del barril ( 56-58 dólares) y los ( 85-90 dólares) de exportación han dado lugar al desabastecimiento que hoy tenemos. Cuestión esta que vuelve a evidenciar que es imprescindible una mirada y una regulación integral, ya que en un mercado oligopólico y con empresas que exhiben además una fuerte integración, las señales de precios no funcionan como en un mercado de competencia perfecta.
En este sentido, YPF es uno de los grupos empresarios con presencia dominante en el sector. Dado el hecho de que la mayoría accionaria es estatal, sería deseable que cumpliera el rol de empresa testigo.
Se supone que la petrolera estatal no debiera haber incurrido en especulaciones de este tipo y que, por tanto, sus estaciones de servicio deberían estar absolutamente abastecidas.
Respecto al caracter generoso del precio del barril criollo, baste con decir que la última información de Vista Oil (la empresa de Gallucio, quien montara su petrolera luego de dirigir YPF) ubica los costos de extracción en Vaca Muerta en 10 dólares el barril.
Sabemos que ese no es el único costo, pero en ningún caso, con una renta normal, no debería exceder los 25 o 30 dólares el barril.
Hasta los 56- 58 dólares del barril criollo están más que suficientemente remunerados. Sin embargo, aún así desabastecen para exportar más y agigantar sus beneficios.
El ultimátum de Massa a las petroleras es absolutamente razonable. Pero además, obliga a repensar el rol y funcionamiento de YPF (no es sólo incrementar renta, sino comprometerse como empresa testigo), y a impulsar una regulación integral del sector energético.