Foto Lara Sartor
Foto: Lara Sartor.

El 19 de octubre pasado la carrera de Computador Científico de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que consolidó el desarrollo de la informática académica en Argentina, cumplió 60 años. Su sede, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), recibió a la primera computadora del país, la Mercury de Ferranti, conocida como “Clementina” y por sus pasillos pasaron muchos estudiantes, entre ellos los autoproclamados “dinosaurios de la informática”.

Una de ellos es la también periodista Adriana Schottlender, quien ingresó a la carrera en 1969 y supo combinar las ciencias exactas, las humanidades y las artes. Miembro de la Red Argentina de Periodismo Científico (RAdPC); conductora y columnista radial; productora cultural; escenógrafa y vestuarista. También es docente de matemáticas y fue convocada en 2010 para la puesta en marcha de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), oficialmente inaugurada en 2011.

Hoy, en la institución educativa realiza las Jornadas de Juegos de Mesa para entrenar el pensamiento lógico, creativo y deductivo, además de organizar un ciclo con científicos artistas porque opina que ambas disciplinas tienen bastante más en común de lo que se piensa.

¿Cuál fue el rol de los pioneros de la computación?

Trabajamos en las primeras máquinas que se instalaron en el país y fuimos formadores, capacitamos a trabajadores que solo sabían llenar formularios con lápiz y papel y que se encontraban de golpe con una nueva herramienta. Había que tener mucha paciencia en la docencia, pero fue muy interesante y estoy muy satisfecha de haber participado de una época histórica.

¿Cómo surgió la idea de organizar las jornadas de Juegos de Mesa en la UNDAV?

Surgió porque soy una apasionada por la matemática y considero que no siempre está bien enseñada, ya que para eso hay que amarla y dictarla “desde la entraña”. Eso no siempre ocurre en los secundarios y menos en la escuela primaria, donde los maestros dictan todas las asignaturas juntas y algunas pueden gustarles más que otras. Como lo que la matemática hace es entrenar al pensamiento lógico, creativo, deductivo, abstracto y crítico, se me ocurrió organizar las Jornadas de Juegos de Mesa, para brindar, desde lo lúdico, la oportunidad de “entrenar” estas habilidades.

Comencé con los encuentros antes de la pandemia en la sede de la UNDAV. Después, con el confinamiento, trasladé los juegos en un espacio lúdico dentro del campus virtual. En la actualidad, organizo reuniones para probar juegos de mesa inéditos.

Asisten los creadores con sus prototipos y el público que juega para ver si todo lo que pensó el creador –incluso las instrucciones– funciona. Se calcula que se lanzan alrededor de 30 juegos de mesa por año y conocer a los creadores (por lo general, jóvenes) y jugar con ellos es un privilegio. La gente sale muy contenta y, por sobre todo, entrena el pensamiento lógico, creativo, deductivo, abstracto y crítico, que siempre fue el objetivo principal.

Foto Lara Sartor
Foto: Lara Sartor.

¿Se dio cuenta en su rol de profesora de matemática que hacía falta una manera alternativa de entrenar estas habilidades?

Creo que la docencia tiene que ver con la pasión. Si te gusta la materia y te emociona enseñar, seguro que se te van a ocurrir múltiples alternativas para que los estudiantes presten atención, se diviertan, despierten su curiosidad, hagan preguntas, y sobre todo, aprendan.

Recuerdo que en la década de 1980 yo vivía en España y trabajaba en un colegio secundario público de Madrid, dando clases de matemáticas. Ya desde ese entonces decidí agilizar la deducción a través de juegos de lógica. Las clases resultaban divertidísimas y los cerebros “entrenaban”.

Después, repliqué la experiencia en un terciario en Buenos Aires y con mis clases en la UNDAV. En síntesis, lo importante es que los docentes seamos pasionales porque el alumno aprende con la emoción.

¿Desde cuándo organiza el ciclo de científicos artistas y en qué constan estos encuentros?

Desde hace mucho recopilo una lista de científicos artistas porque, desde mi propia experiencia, noté que la gente se sorprendía cuando les decía que era computadora científica, escenógrafa, vestuarista y productora cultural. Me preguntaban: “¿Cómo puede ser que das clases de matemática y haces teatro?, por ejemplo.

Si bien desde hace bastante tiempo que barajaba la idea de realizar un ciclo, recién la corporicé el año pasado en la UNDAV, con charlas virtuales y presenciales.

Empecé con Pablo Amster, (matemático y guitarrista). Pasaron por el ciclo, entre muchos otros, Gustavo Santa Cruz (doctor en Física, gerente general de la Comisión Nacional de Energía Atómica y cantante lírico); Leonardo Jurado (estudiante de Física en la Universidad de Córdoba, cantante y exfinalista del programa La Voz Argentina); Alberto Rojo (doctor en Física, músico, dibujante y escritor), Julieta Romero (ingeniera nuclear y artista plástica) y Elizabeth Karayekov (doctora en Ciencias Biológicas y cantante de jazz).

Cada uno contó su historia sobre cómo influye la ciencia en el arte y viceversa. Me parece que este tipo de ciclos son importantes dentro de la popularización de la ciencia, porque existe el prejuicio de que los científicos son una suerte de “nerds que no salen del laboratorio”. Con estas charlas, queda demostrado que si te dedicas a la ciencia, se te despierta tanto la curiosidad que te da ganas de hacer muchísimas otras actividades. Creo que es muy beneficioso estudiar ciencia para convertirse también en un gran artista.

Foto Lara Sartor
Foto: Lara Sartor.

¿Qué significa la radio para usted? ¿Y que rol cumple el medio como estrategia de difusión para el arte y la ciencia?

Hace 25 años que hago radio, es parte de mi vida, me parece mágica. Y como estrategia de difusión es maravillosa, porque tiene muchos oyentes. Incluso aún están quienes la escuchan en el aparato, más allá de que se pueda sintonizar por celular o internet. Eso se ve en las repercusiones de la gente.

¿Piensa que la ciencia y el arte se tocan en materia de ideales?

Creo que para hacer ciencia se debe tener desarrollada la mente abstracta, porque en la abstracción está la creatividad. Así que creo que la ciencia y el arte se tocan ahí, pero también en el infinito, de hecho, el infinito matemático coincide con el infinito poético.





Fuente Telam