El fútbol francés está conmovido por una imagen de extrema violencia que ya recorre el mundo: el rostro ensangrentado y los doce puntos de sutura que fueron necesarios para curar la cara del entrenador del Lyon, el italiano Fabio Grosso, herido en la noche del domingo cuando ultras del Marsella atacaron con piedras al ómnibus del equipo visitante. Esa fotografía, publicada en la portada del diario deportivo L’Equipe, simboliza hoy la interminable ola de violencia que sacude al fútbol francés desde hace un tiempo y que provocó la reacción y cruces de diferentes estamentos gubernamentales.
La tarde-noche del domingo en Marsella quedará grabada como uno de los episodios más chocantes en la historia reciente del deporte en Francia. Junto al ataque con piedras que cometieron los hinchas más violentos y radicalizados del Marsella, que motivó la suspensión del partido a última hora por las heridas a Grosso fruto del estallido de varias ventanillas del micro, hubo un intercambio de gritos racistas, antisemitas y homófobos entre los seguidores del propio Marsella y del Lyon.
“Anoche vimos el cóctel de todo lo que detestamos”, subrayó en una entrevista en BFMTV la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, visiblemente indignada e impotente ante el enésimo episodio de violencia en el fútbol francés. Oudéa-Castéra insistió en que “nunca” se habían movilizado tantos policías para un partido de este tipo (500 en Marsella), ni se habían organizado tantos dispositivos de prevención contra actos vandálicos y que ni siquiera había estado en vigor una legislación tan dura contra los infractores. Pero ni con todo eso alcanzó para contener a los violentos.
“Se necesita un profundo cambio de cultura de las hinchadas. No hay deporte posible cuando hay cánticos discriminatorios”, advirtió la ministra, quien subrayó que la Liga de Fútbol Profesional Francesa (LFPF) y los propios clubes franceses tienen una responsabilidad en esa necesaria “revolución”. Pero mientras el ministro del Interior, Gérald Darmanin, negó errores en el operativo de seguridad, la titular de Deportes avisó de que se depurará “toda la cadena de responsabilidades” para saber cómo ese grupo de radicales consiguió apedrear el colectivo del Lyon. Hasta el momento, nueve personas fueron detenidas.
El presidente del Olympique de Marsella, el español Pablo Longoria -quien hace unas semanas había sido amenazado por un puñado de sus propios seguidores-, condenó enérgicamente el ataque y lamentó que la acción de “un grupo de inconscientes arruinase la fiesta de 67.000 personas” que iban al estadio Vélodromo.
El propio presidente de la FIFA, Gianni Infantino, tomó cartas en el asunto y, en un mensaje en sus redes sociales, pidió “a las autoridades competentes que adopten las medidas necesarias” para que entrenadores, jugadores e hinchas disfruten del fútbol “en seguridad”. Además, dedicó un mensaje personal a Grosso, defensor campeón del mundo con Italia en 2006 y autor de un gol clave en la semifinal frente a Alemania. “Forza Fabio”, escribió el titular de la FIFA junto a una foto del DT, ya curado de la herida en el rostro.
Invasiones de campo y agresión a un niño enfermo
Solo en los dos últimos dos años, Francia cuenta por decenas los episodios violentos, dentro y fuera de los estadios. Una trifulca entre jugadores e hinchas en una terrorífica invasión de campo durante el Niza-Marsella del 22 de agosto de 2022 o la agresión en Córcega a un niño enfermo de cáncer aficionado del Marsella en junio de 2023 fueron dos de las escenas que dejaron las huellas más profundas.
Lo más significativo es que recrudecimiento de los hechos violentos ocurren frente la impotencia de la Liga Francesa, que teme que una eventual degradación de la imagen del campeonato impacte negativamente en el valor de los derechos de televisión, y también de las autoridades gubernamentales, especialmente preocupadas por la imagen del país a menos de un año de los Juegos Olímpicos en París. Para colmo, el fútbol galo recién se está recuperando de la escandalosa salida del presidente de la Federación francesa (FFF), Noël Le Graët, que si vio obligado a renunciar tras una acusación por acoso sexual en febrero de este año.
Aunque el Mundial de Rugby que acaba de terminar consiguió ser considerado un éxito organizativo, todavía permanecen en el recuerdo las escenas de pánico vividas por los hinchas en mayo de 2022 alrededor del Stade de France de Saint-Denis, horas antes de la final de la Champions League entre el Liverpool y el Real Madrid. Ahora se sumó el rostro ensangrentado de Grosso para añadir un capítulo más a la lamentable seguidilla de hechos violentos que atraviesan al fútbol francés en los últimos años.