1. El “Informe de síntesis de la primera sesión sinodal”  que, en 37 páginas intenta resumir los diálogos de la Iglesia Católica celebrados en el Vaticano entre el 4 y el 24 de octubre, no ofrece novedades ni avances significativos respecto de cuestiones centrales como la posible ordenación de las mujeres, el celibato obligatorio para los sacerdotes o la apertura hacia la comunidad LGTBI+. Lo cierto es que, como ya se había advertido, estaba previsto que esta primera sesión no adoptaría posiciones definitivas y que habrá un encuentro similar y con las y los mismos participantes dentro de un año. En esa oportunidad se elevarán recomendaciones al Papa, quien será el último responsable de adoptar las determinaciones que considere pertinentes.

Bien podría decirse que, en el marco de participación propuesto por Francisco, no hubo ni grandes enfrentamientos ni fracturas. Todos los temas estuvieron en discusión y ese solo hecho resulta un avance para una institución jerárquica y piramidal como la Iglesia Católica. En particular si se tiene en cuenta que en la asamblea –de la que participaron activamente más de 350 personas- estuvieron presentes no solo los obispos, sino también otros miembros de la Iglesia, un número de mujeres como nunca antes y todas y todos con derecho a voto. Ese puede considerarse un primer triunfo de la propuesta que el Papa bautizó como “perspectiva sinodal” y que, a pesar de las resistencias iniciales, se terminó imponiendo afianzada en la participación generada desde las propias bases, en los países y en las regiones.

Acerca de la posibilidad del sacerdocio y el diaconado femenino el documento no se expide de forma terminante, contempla todas las posiciones y hace un llamado a seguir considerando el tema. Sin embargo observando que la casi totalidad de los párrafos alcanzaron mayorías muy contundentes (fueron votados todos uno a uno de manera secreta) los dos que aluden a esta cuestión son los que mayor oposición tuvieron: 277 a favor y 69 en contra y 279 a favor y 67 en contra. Con optimismo el cardenal Jean-Claude Hollerich, actor principal en el sínodo, se mostró “maravillado de que tanta gente haya votado a favor” de los párrafos sobre el liderazgo de las mujeres en la Iglesia, subrayando que “eso significa que la resistencia no es tan grande como la gente pensaba”.

Algo similar ocurrió con la consideración del celibato como cuestión obligatoria o no para los sacerdotes. Recogió 291 votos positivos y 55 en contra a pesar de lo cauteloso del texto que reconoce que se expresaron “opiniones diferentes” sobre el particular y se solicita una “reflexión más profunda” sin llegar a ningún pronunciamiento.

Respecto de la comunidad LGTBI+ el documento recoge la idea del “acompañamiento”, afirma que estas personas o parejas tienen que ser “escuchadas y acompañadas” y que la Iglesia debe evitar lenguajes o “juicios simplistas” que puedan “hacer daño”. El texto no usa la referencia LGTBI+ ni la palabra “gay”. Pero sí señala que “hubo un profundo sentimiento de amor, misericordia y compasión en la asamblea por aquellos que están o se sienten heridos o abandonados por la iglesia, que quieren un lugar al que llamar ‘hogar’ donde puedan sentirse seguros, escuchados y respetados, sin miedo a sentirse juzgado”.

El sacerdote jesuita norteamericano James Martin, que acompaña espiritualmente a comunidades gay en Estados Unidos y que fue invitado directamente por el Papa para participar con voz y voto en el sínodo, declaró a National Catholic Reporter (USA) que estaba “decepcionado pero no sorprendido” por el resultado sinodal para los católicos LGBTQ.

Respecto de la Iglesia como institución la síntesis subraya que “el clericalismo, el machismo y el uso inadecuado de la autoridad siguen marcando el rostro de la Iglesia y dañando la comunión”. El 25 de octubre, apenas dos días antes de que se cerraran los debates, Francisco sorprendió apareciendo de manera imprevista en el aula sinodal e improvisando una intervención en español que puso foco en esta cuestión y criticando el clericalismo. En esa oportunidad el Papa dijo que “cuando quieras saber lo que cree la Santa Madre Iglesia, andá al magisterio, porque es el encargado de enseñártelo, pero cuando quieras saber cómo cree la Iglesia, andá el pueblo fiel”. Francisco subrayó que “la Iglesia es femenina, es esposa, es madre”. Y fue más allá. Sostuvo que “cuando los ministros se exceden en su servicio y maltratan al pueblo de Dios, desfiguran el rostro de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales”. A modo de ejemplo agregó que es “es doloroso encontrar en algunos despachos parroquiales la ‘lista de precios’ de los servicios sacramentales a modo de supermercado. O la Iglesia es el pueblo fiel de Dios en camino, santo y pecador, o termina siendo una empresa de servicios variados. Y cuando los agentes de pastoral toman este segundo camino la Iglesia se convierte en el supermercado de la salvación y los sacerdotes meros empleados de una multinacional. Es la gran derrota a la que nos lleva el clericalismo y escándalo (basta ir a las sastrerías eclesiásticas en Roma para ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con encaje)”, dijo el Papa.

Por el momento nada está definido y resuelto. Los conservadores entienden que lograron al menos contener aquellos cambios que consideran “peligrosos” para la Iglesia y su doctrina. Quienes están a favor de los cambios entienden que lo debatido hasta ahora deja todas las puertas abiertas y los diálogos vuelven a las comunidades, las iglesias locales y las regiones de donde pueden volver con insistencias sobre determinados puntos y también con nuevas iniciativas. Ese es el “camino sinodal” propuesto por Francisco y, en ese sentido, su mayor éxito consistió en abrir las puertas a la participación de todas y todos y en ampliar la agenda de los debates.

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Fuente-Página/12