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Un festival que proyecta las nuevas películas de Aki Kaurismäki, Yorgos Lanthimos, Bertrand Bonello, Michel Gondry, Hong Sangsoo, Víctor Erice, Martín Rejtman, Alice Rohrwacher, Angela Schanelec, Fernando Trueba, Radu Jude, Michel Gondry, Ryûsuke Hamaguchi, Wang Bing y Juan Antonio Bayona merece el mayor de los respetos.

Pero si además lo hace en un contexto no precisamente favorable (se sabe que los costos de pasajes de los invitados extranjeros o de pagos de derechos de exhibición son siempre en dólares) esa programacón adquiere la característica de épica, de una auténtica hazaña.

Este año habrá en la 38ª edición de Mar del Plata (2 al 12 de noviembre) menos películas y menos salas que en años anteriores y faltan algunos títulos clave de la cosecha festivaleras reciente (los más recientes trabajos de cineastas como Jonathan Glazer, Marco Bellocchio, Justine Triet, Nuri Bilge Ceylan, Todd Haynes, Michael Mann, Nanni Moretti, Sofia Coppola o Wim Wendeers), pero en tiempos en que algunos políticos amenazan con cerrar el INCAA (que a su vez es el principal impulsor de la muestra marplatense) cabe quedarse con el vaso medio lleno: serán varios miles los cinéfilos que podrán acceder durante 11 días a notables películas nacionales e internacionales a precios muy accesibles (con el cargo de servicio incluido el ticket más caro es de 550 pesos).

Esta guía de recomendaciones no incluye a ninguno de los autores consignados en el primer párrafo porque a esta altura ya todos los conocen e incluso las localidades para varias de sus películas se agotaron en cuestión de minutos, pero en todo festival siempre hay margen para el descubrimiento de cineastas no tan renombrados que aportan frescura en sus apuestas estéticas, renovación en sus temáticas, capacidad de sorpresa y provocación en sus miradas.

1

“Seagrass” (Canadá)

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De Meredith Hama-Brown. A pocas semanas de su estreno mundial en el Festival de Toronto -donde ganó el premio FIPRESCI de la crítica internacional– se exhibe en la competencia principal de Mar del Plata esta sensible ópera prima de la joven actriz y realizadora canadiense Meredith Hama-Brown que narra las vivencias de un matrimonio en crisis (ella además acaba de perder a su madre) que, casi como último recurso, apuesta a una terapia grupal (con otras parejas que atraviesan situaciones similares) durante una vacaciones en un balneario de la costa del Pacífico, mientras sus dos hijas adolescentes, Stephanie y Emmy, se sumergen en experiencias iniciáticas tan propias de la pubertad. Un film muy íntimo y bello sobre esos traumas tan difíciles de resolver y sobre las diferencias generacionales.

2

“Robot Dreams” (España-Francia)

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De Pablo Berger. Basada en una popular novela gráfica de Sara Baron, esta película de animación artesanal a cargo del director de “Torremolinos 73”, “Blancanieves” y “Abracadabra” que se presentó en festivales como Cannes, Annecy (donde ganó una de las distinciones prinicpales) y Sitges (donde obtuvo nada menos que el premio del público) narra la extraña y al mismo tiempo entrañable historia de amor entre un perro y un robot. Construida sin diálogos, hermosa y dolorosa, sencilla y profunda a la vez, “Robot Dreams” se permite abordar problemáticas adultas como la alienación y la soledad con un impacto emocional muy poco frecuente.

3

“Las cosas indefinidas” (Argentina)

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De María Aparicio. La talentosa directora cordobesa de “Las calles” (2016) y “Sobre las nubes” (2022) presentó su más reciente trabajo protagonizado por Eva Bianco y Ramiro Sonzini en festivales como FIDMarseille y Valdivia. Una película sobre el cine y más puntualmente sobre el oficio de compaginar (y aún más específicamente sobre los riesgos, desafíos y desatinos a la hora de manipular materiales de archivos); sobre el duelo (el film está inspirado en y dedicado a la figura de Pablo Baur, documentalista fallecido en 2019 a los 53 años), la memoria, la ausencia y la posibilidad de cierta redención; sobre la para muchos dolorosa transición de un mundo analógico al avasallante universo digital (Aparicio rodó bastante material en Súper 8); y también sobre historias de vida de jóvenes no videntes. Múltiples capas, ideas y búsquedas que Aparicio articula con destreza, inteligencia y sensibilidad.

4

“Orlando, mi biografía política” (Francia)

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De Paul B. Preciado. La notable ópera prima del escritor, filósofo y curador nacido en Burgos, España, y radicado desde hace muchos años en París, ganó el Pemio Especial del Jurado de la prestigiosa competencia Encounters, la Mención Especial entre los documentales y el premio Teddy (para films con temática LGBTQIA+) del último Festival de Berlín. Preciado se identificó con la figura y el universo ltierario de Virginia Woolf para una película que es, como bien lo indica el título, una (auto)biografía política, un diario personal pero con alcances que van mucho más allá de lo meramente íntimo para “dialogar” con el radicalismo de Jean-Luc Godard y la audacia del cine transfeminista.

5

“Malqueridas” (Chile)

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De Tana Gilbert. Otra ópera prima de una joven realizadora, que en este caso viene de ganar la sección Semana de la Crítica de la Mostra de Venecia y de obtener un doble reconocimiento en Valdivia (Mención Especial del Jurado y Premio del Público). Un cartel ubicado al comienzo del film nos informa que los teléfonos móviles están prohibidos dentro de las cárceles chilenas. Sin embargo, “Malqueridas” está 100% construida a partir de imágenes tomadas (de forma clandestina, claro) durante seis años por una veintena de internas, algunas de las cuales todavía siguen presas. El resultado es un relato coral tan visceral como desgarrador y conmovedor sobre la maternidad tras las rejas y las sensaciones de cómo es (sobre)vivir privadas de la libertad, en condiciones muchas veces infrahumanas y como víctimas permanentes de la violencia institucional.

6

“Retratos fantasmas” (Brasil)

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De Kleber Mendonça Filho. El director de elogiados films de ficción como “Sonidos vecinos” / “O som ao redor” (2012), “Aquarius” (2016) y “Bacurau” (2019) incursiona en el documental (en el ensayo cinéfilo, en el diario íntimo) con una propuesta que combina recuerdos, anécdotas, sensaciones y pensamientos muy personales ligados a la vida familiar y a las experiencias cinéfilas. Dividida en tres grandes partes (la primera, dedicada sobre todo a Recife, su casa y su madre; la segunda, a los grandes cines, casi todos ya desaparecidos, de su ciudad; y la tercera, a salas devenidas iglesias, a los templos religiosos y cinéfilos), la película tiene un tono y espíritu inevitablemente nostálgico y melancólico, ya que habla de otros tiempos (mejores), de los brutales cambios arquitectónicos y sociales, del paso del tiempo, de los edificios y personas que ya no están. De esos fantasmas a los que alude el título.





Fuente Telam