Cuando el domingo 27 de agosto, Carlos Tevez hizo su debut como nuevo director técnico, Independiente desfallecía. Venía de perder 1 a 0 ante Colón en su propio estadio, llevaba cuatro partidos sin ganar con tres derrotas y un empate y ante el riesgo concreto de irse al descenso, había despedido a Ricardo Zielinski, su segundo entrenador en el año. El estreno de Tevez llegó envuelto en la polémica: se le ganó 2 a 1 a Vélez con un penal discutible. Pero a partir de allí cambiaron los vientos.

Entre la Copa de la Liga y la Copa Argentina en la que Estudiantes lo eliminó por tiros desde el punto penal en Mendoza, el Rojo sostiene un invicto de nueve encuentros (cinco victorias y cuatro igualdades). Y dejó de pensar en el descenso. Ahora está primero en la zona A con 19 puntos y sus hinchas que aún en la crítica jamás escatimaron el apoyo, piensan que es posible entrar en la Copa Sudamericana 2024 (está cinco puntos de Estudiantes, el último que por ahora se está clasificando). Y más que eso: creen que hasta se puede salir campeón y llegar a la Libertadores.

En casi sesenta días en el cargo, Tevez espantó los malos augurios. ¿Acaso se recibió de gran entrenador, eficaz en el armado del equipo y en el planteo de los partidos? ¿O se trata sólo de un motivador que apretó las teclas correctas en lo emocional para quitarle presiones a un plantel que no podía con ellas? Parece haber tanto de un atributo como del otro. Con Tevez, Independiente está mejor parado en la cancha. Armó bien su bloque defensivo (sólo le marcaron cinco goles en su ciclo y hace cuatro fechas que termina con la valla invicta), ganó en intensidad y despliegue y ya no se otorgan las ventajas de antes. No abunda el talento. Y los resultados están a la vista. 

Pero también en lo anímico, “Carlitos” parece haber acertado.Nos cambió el espíritu, nos hizo creer en nosotros, nos hizo más fuertes”, reconoció Iván Marcone a propósito de la levantada del equipo. Y varios jugadores admiten en privado que parado en el vestuario o hablando en medio de un entrenamiento, Tevez tiene una llegada y una influencia que no tienen técnicos más curtidos en el oficio. Los futbolistas además le reconocen que mucho de lo que dice o anticipa de cada partido, invariablemente termina sucediendo.

Tevez desborda magnetismo y carisma. Su figura trasciende al fútbol. Pero no abusa de ello. También se ha rodeado de un equipo que le da sustento teórico a lo que él aborda desde la práctica y lo nutre de información. Quienes siguen el día a día del plantel coinciden en que escucha cada vez con mayor atención a Nicolás Chiesa, su ayudante de campo y ex integrante del cuerpo técnico de Gustavo Alfaro en Boca y la selección ecuatoriana. Su mirada analítica y profunda enriquece a esta versión de Tevez que va rescatando a Independiente con el aura que se desprende de su nombre y su trayectoria. Pero también con la humildad de los que saben mucho pero no saben todo. Y trabajan para aprender.



Fuente-Página/12