Pampa Azul, iniciativa estratégica para conocer, conquistar y ejercer soberanía sobre el Mar Argentino, se aproxima a cumplir su primera década. Un programa que surgió durante el gobierno de Cristina Fernández para revertir una situación histórica: a lo largo del tiempo, Argentina vivió de frente a la pampa verde y de espaldas al mar. Luego de un inicio auspicioso (se trataba del primer proyecto que reunía las voluntades de siete ministerios), durante el macrismo fue hundido e intentó ser reflotado, en medio de la pandemia, con la gestión de Alberto Fernández. En un recorrido errático, que alternó buenas y malas, hay una certeza que planta bandera: no es posible avanzar hacia un modelo de desarrollo inclusivo sin tener en cuenta lo que sucede en el agua.

En el presente, la exploración científica del medio acuático como una política de Estado se opone a la postura que dejan entrever candidatos presidenciales como Javier Milei. Según indicó el referente de la Libertad Avanza en numerosas ocasiones “una empresa puede contaminar un río todo lo que quiera”. Alberto ‘Bertie’ Benegas Lynch, candidato a diputado nacional del espacio que lidera el libertario, esta semana en diálogo con Filo News planteó la idea de “privatizar el mar” para “evitar la extinción de especies marinas” como las ballenas. Ni que mencionar la postura que promueve la “autodeterminación” de los isleños en Malvinas que, al mismo tiempo, niega la soberanía argentina.

Pablo Núñez, subsecretario de Coordinación Institucional del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, detalla al respecto: “Pampa Azul representa una estrategia muy innovadora desde su creación. En el sistema tenemos grandes capacidades de investigación y desarrollo alrededor de las ciencias del mar y este proyecto nos permite orientar hacia la resolución de los problemas y oportunidades que ofrece el Mar Argentino como territorio”. Y completa: “Expresa la relación entre el mar y las costas, la gente, la producción, el turismo y las ciudades marítimas. Pone en valor a todo el Litoral marítimo como un vector de desarrollo para Argentina, los recursos naturales, la energía, la pesca. Dejar de invertir en un programa como este implicaría renunciar a las oportunidades que tiene nuestra nación en relación al mar, la pesca y el aparato productivo”.

A nivel mundial, las cifras son elocuentes. Según datos del Fondo Mundial para la Naturaleza casi 3 mil millones de personas dependen del pescado como fuente principal de proteínas; la pesca y la acuicultura aseguran los medios de subsistencia del 10-12 por ciento de la población mundial; y el 60 por ciento de la población del mundo vive a menos de 100 kilómetros de la costa. Frente a ello, la sobreexplotación: las poblaciones de vertebrados marinos han disminuido aproximadamente en un 50 por ciento entre 1970 y 2012; mientras que las poblaciones de especies de peces comercialmente importantes se han reducido a la mitad. 

Lanzamiento a todo vapor

“El nacimiento tuvo que ver con una idea estratégica de una presidenta que se vio influenciada por Chubut. Cuando el 2 de abril de 2013, Cristina fue a conmemorar un nuevo aniversario de la Guerra de Malvinas conversó con el entonces gobernador Martín Buzzi. En un viaje en helicóptero, le contó que tenía pensado un proyecto para crear una agencia del mar y le habló por primera vez de una ‘Pampa Azul’. Se ve que a Cristina le gustó, tanto que lo tomó en su discurso y fue clave para la iniciativa que se concretó un año después”, relata Juan Emilio Sala, investigador del Conicet y Coordinador Ejecutivo del Comité Interministerial para la Iniciativa Pampa Azul.

En 2014, la articulación de esfuerzos asumía un carácter mítico. Se incluían las acciones mancomunadas de siete ministerios y se incorporaba a aquellas universidades e institutos de investigación del Conicet afines a la temática. En 2015, mediante la Ley 27.167, se creó el Programa Nacional de Investigación e Innovación Productiva en Espacios Marítimos Argentinos, más conocido como PROMAR. La norma suponía la conformación de un fondo inicial de 250 millones pesos para su funcionamiento y presentaba áreas transversales de interés: biodiversidad, cambio climático, seguridad y la protección ambiental e investigación pesquera. El Conicet paso a disponer de dos buques oceanográficos para la realización de campañas (el “Puerto Deseado” y el “Austral”) y de tecnologías específicas como satélites, radares y minisubmarinos.

La propuesta era clara: que Argentina pudiese mirar al mar de una manera distinta, que –conforme transcurriera el tiempo– pudiera forjar una cultura que deje de darle la espalda al mar. Así lo reflejó en su discurso de presentación Cristina Fernández, cuando refirió a Pampa Azul como el “primer proyecto estratégico sobre el Mar Continental”, un escenario que hasta ese momento solo se miraba “para la pesca y para la playa”.

La era de hielo macrista

Si bien en 2015 el aporte del sector marítimo al PBI constituía solo el 1.5 por ciento, la aspiración de cara al 2030 era conquistar entre el 10 y el 15. Pero ese anhelo quedaría muy lejano con la gestión de Mauricio Macri. Si bien la ley Promar fijaba 250 millones de pesos como piso para un fondo permanente de investigación, en 2017, recibió 54 millones de pesos, en 2018, 50 millones y en 2019 solo fueron destinados 15 millones. Es cierto que, a menudo, había partidas que llegaban por otras vías –por ejemplo, algunas veces, directamente era provisto desde Jefatura de Gabinete a las campañas que se realizaban–, pero en ningún caso satisfacían lo estipulado por la norma. “El primer presupuesto que debía cumplir con la ley era el de Macri y no se cumplió ni por asomo. Sin embargo, muchas de las campañas oceanográficas de los buques se terminaron realizando hasta 2017, financiadas por la jefatura de gabinete de ministros”, amplía Sala al respecto.

Así, la meta cada vez estuvo más lejos y conforme fueron transcurriendo los años de su gestión, la ilusión se fue apagando y la planificación desguarneciendo. Las campañas se restringieron y la inercia se frenó después de 2017 y las elecciones de medio término. Se ingresó en la “era del hielo de Pampa Azul”. “Luego de ese momento, cuando el Ministerio de Ciencia devino en secretaría, todo se paralizó. Se dejaron de hacer campañas y se abandonaron los buques en Mar del Plata. El Austral se recuperó, pero el Deseado, a pesar de los fondos que comenzaron a llegar a partir de 2020, no pudimos volver a ponerlo en el agua. La delgadez de la chapa vuelve riesgosa la navegación”, describe el científico.

Salir a flote

El relanzamiento de Pampa Azul fue el 6 de julio de 2020. En un contexto signado por la pandemia, se propusieron cuatro ejes: poner a punto los barcos y expandir la flota con más unidades, incrementar el número de campañas y expediciones, desarrollar los instrumentos de monitoreo y observación del mar (satélites, radares, drones, boyas, entre otros) y reforzar el sistema nacional de datos. 

De esta manera lo recuerda Sala: “En 2020 comenzó a revertirse el estado de las cosas y todo se puso en marcha nuevamente. Buena parte del presupuesto se destinó a arreglar barcos y a comprar equipos que se habían arruinado. Se desarrollaron boyas, estaciones hidrometeorológicas, equipos de sensores que se ubican en el fondo del mar y se recambiaron baterías”. Y continúa: “Fue clave capacitar recursos humanos, técnicos y demás especialistas”. En esta línea, las nueve universidades del litoral atlántico abrieron programas de becas de grado para entrenar a estudiantes y estimularlos a que piensen el mar de una manera integral.

Asimismo, cuenta Sala, se enfatizó en la revitalización de la pesca artesanal y de pequeña escala, a partir de un enfoque de integrar lo costero con lo marino. “Hay más de 30 proyectos para vincular al mar, la ciencia y los territorios. El foco está puesto en potenciar la ciencia ciudadana, el impacto de la erosión costera y la pérdida de playas. La ciencia la hacen los científicos, pero con la gente”. En paralelo, se propuso la creación y el posterior fortalecimiento de una red conformada por instituciones ligadas al mar. A la creación del Centro Interinstitucional de Investigaciones Marinas (CIIMAR) de Mar del Plata, se sumarán los de Bahía Blanca y Antártida (Base Brown), con el objetivo de divulgar la importancia de Pampa Azul y el Mar Argentino.

“Como desafío pendiente nos queda impactar más y mejor en la capacidad productiva del país. Queremos producir una transformación en las pesquerías, en las condiciones laborales de todo ese entramado productivo, en el agregado de valor, en la diversificación de la matriz para apuntar más a la pesca artesanal. Queremos impactar en los pueblos y en las comunidades. Es el próximo paso”, subraya Sala.

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Fuente-Página/12