En nuestro país, el 22 de octubre es un día conmemorativo, un tributo a la memoria y al derecho fundamental de toda persona: el derecho a la identidad.
Este día fue instituido en 2004 en homenaje a la incansable lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. Estas valientes mujeres de pañuelos blancos se enfrentaron al terrorismo de Estado para buscar a sus nietos y nietas que habían sido secuestrados junto con sus padres o nacidos durante el cautiverio de sus madres durante la última dictadura cívico militar entendiendo, desde el comienzo de su búsqueda, lo fundamental que es saber quiénes somos y de dónde venimos.
La identidad siempre fue su faro y su bandera. Las “locas de la plaza” nos fueron educando y enseñando a lo largo de los años la importancia de conocer nuestro origen y de buscar respuestas cuando nos invaden las dudas. La repercusión de la lucha de las Abuelas en relación a los derechos del niño fue central y los efectos de su búsqueda atravesaron las fronteras de nuestro país. Uno de sus logros más significativos fue la incorporación de tres artículos (7, 8 y 11) en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, Niñas y Adolescentes, aprobada el 20 de noviembre de 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el objetivo de proteger y garantizar este derecho.
La identidad es todo aquello que nos define. Abarca múltiples dimensiones que engloban diversos aspectos de la vida de las personas y uno de ellos es el biológico. En este contexto, el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) desempeña un papel esencial al contribuir mediante metodologías científicas a la restitución del derecho a la identidad.
El BNDG es un organismo pionero en el campo de la genética forense y fue creado por la Ley 23.511 en 1987, gracias a la lucha de las Abuelas. Se trata del primer banco genético del mundo y el primer organismo estatal que surgió ni bien fue recuperada la democracia para dar respuesta a las violaciones de Derechos Humanos que el propio estado perpetró durante esos años oscuros. El Banco almacena muestras biológicas de familiares de personas desaparecidas durante el terrorismo de Estado, lo que permite la comparación con muestras de personas que dudan de su identidad. Gracias a las avanzadas técnicas genéticas, se ha logrado hasta el momento identificar a 137 nietos y nietas.
Este Banco se creó a partir de una pregunta fundacional que hicieron las Abuelas: “¿servirá nuestra sangre para identificar a nuestros nietos?”. Fueron muchos los desarrollos científicos a lo largo de estos 36 años que dieron respuesta a esta pregunta. La continua evolución científica y la necesidad de mantenerse a la vanguardia en esta área del conocimiento implican un reto constante para el organismo.
Los desafíos que vienen
Gracias al Programa Federal “Equipar Ciencia” -a cargo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación- ingresaron nuevas tecnologías al BNDG. Esta iniciativa tiene como objetivo el fortalecimiento de la investigación de las instituciones científico-tecnológicas a través de la adquisición de equipamiento de mediano y gran porte para apostar a la soberanía científica.
El equipo se destinará a un proyecto de investigación orientado a mejorar la capacidad de identificación de nietos en aquellos grupos familiares que están muy incompletos. Las técnicas convencionales empleadas en los laboratorios forenses para la identificación de personas desaparecidas presentan una restricción en cuanto al número de marcadores genéticos que pueden ser evaluados. Esta limitación conlleva a una reducción en el poder de identificación de un nieto, particularmente en familias con pocos miembros. La información genética de grupos familiares más pequeños a menudo no es suficiente para llevar a cabo una identificación utilizando los métodos tradicionales.
La innovadora tecnología conocida como microarrays permite expandir la cantidad de marcadores genéticos disponibles a miles o incluso cientos de miles. Esto se traduce en un aumento sustancial del poder de identificación, es decir, la capacidad de establecer un vínculo biológico. Con ello, se logra una mayor precisión en la identificación de nietos en familias incompletas y, también, se podrá analizar a los hijos de esos posibles nietos, es decir, los “bisnietos” en el caso que no se disponga de la muestra de su padre o de su madre de quien se duda de su identidad.
Poner a punto el nuevo equipo requerirá aproximadamente un año. Este proceso implica una rigurosa labor de investigación y desarrollo para establecer los parámetros de trabajo y aplicación. Se espera que esta tecnología sea una herramienta invaluable para dar respuestas a los hijos de posibles nietos en casos complejos de investigación en ausencia de los padres. Este avance tecnológico permitirá la identificación de personas desaparecidas sin necesidad de reunir a todo el grupo familiar, y en muchos casos, será suficiente contar con la muestra de un único integrante de la familia. Este desarrollo representa un hito significativo en la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia y un paso importante para garantizar el derecho a la Identidad de las generaciones futuras.
Por Dra. Mariana Herrera Piñero, directora general técnica del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG).