Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

El expresidente colombiano Ernesto Samper aseguró que la “nueva derecha” latinoamericana tiene en la incitación “al odio y al miedo” su “materia prima electoral” y advirtió el “retroceso” que implicaría para la región la expansión de gobiernos que bajo una “falsa proclamación de libertad” representan el regreso al “modelo neoliberal”.

“La libertad sin igualdad es tiranía. Es regresar por una puerta falsa al modelo neoliberal que predicaba una libertad, pero sin cambiar las condiciones del mercado y desmontando el Estado, evaluó el exmandatario (1994-1998), en una entrevista concedida a Télam.

Desde una de las oficinas porteñas de la “Casa Patria Grande Néstor Kirchner”, Samper analizó el impacto que las redes sociales y las fake news tienen en los comportamientos sociales que reconfiguran el escenario político de la región.

Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

Para el expresidente, las redes sociales constituyen “un nuevo actor político” que produce una “polarización” en la estructura social y un consecuente “efecto pendular” que lleva a que todos los gobiernos “sean reemplazados por el del signo contrario”.

El extitular de Unasur (2014-2019) y miembro fundador del Grupo de Puebla también criticó la idea de dolarización de economías en América Latina, como la de Ecuador, en donde -juzgó- “están esperando que la Reserva Federal (de los Estados Unidos) decida qué hacer con su economía”.

La primera víctima de estos movimientos radicales de derecha es la integración, porque están enraizados en unos populismos muy complicados

Dolarizar “es venderle el alma al diablo, entregarle simple y sencillamente a Estados Unidos el manejo monetario” del que sólo se obtiene “un beneficio pasajero a cambio de una esclavitud permanente”, explicó Samper, quien llegó ayer a Buenos Aires invitado especialmente por la Dirección Nacional Electoral para presenciar los comicios presidenciales del próximo domingo.

-Télam: ¿Qué lectura hace del escenario político de la región?
-Ernesto Samper:
Está atravesando por un periodo atípico, vivimos una especie de montaña rusa de subidas y bajadas, un carrusel enloquecido que da vueltas, casi que con una velocidad apocalíptica. Salimos de la pandemia y no habíamos terminado de elaborar el duelo cuando llegó el conflicto de Ucrania y Rusia. Pensamos que eso no tenía nada que ver con nosotros y se nos encarecieron los alimentos y los fertilizantes y comenzamos a ver los problemas de los combustibles. Luego vino el bloqueo a Rusia, que se agregó al bloqueo a Cuba y al bloqueo a Venezuela. Y ahora estamos con el conflicto en Medio Oriente y la región no se ha podido recuperar de la pandemia. Dejamos más de 100 millones de pobres por cuenta de la pandemia y por cuenta de los gobiernos conservadores del 2016 al 2021.

-T: ¿Creé que la marcada presencia de una derecha radicalizada en algunos países de la región impone una autocrítica al progresismo?
-ES: Creo que uno de los efectos más sobresalientes de las redes sociales como nuevos actores políticos en el mundo ha sido la polarización que produce un efecto pendular en los gobiernos. Un gobierno de un signo, no importa cuál sea, es reemplazado por el del signo contrario. Simple y sencillamente porque la gente busca un cambio, y de esto se encargan las redes, no importa al costo que sea. Esa derecha radical lo que está vendiendo como materia prima electoral son odios y miedos. El miedo al terrorismo, el miedo al comunismo, el miedo a la seguridad ciudadana. Y la gente está votando por miedo. Lo que demuestran los estudios es que la gente se siente más convocada por los miedos que por las ilusiones o por las esperanzas de cambio. También existe frente a esto la posición optimista de figuras como el expresidente, José Mujica, que piensa que los progresistas tenemos más posibilidades de quedarnos una vez que el péndulo nos beneficia porque podemos hacer cosas y proyectos sociales que convenzan a la gente de que vale la pena continuar. Pero es muy temprano para saber si esa es la hipótesis que se va a imponer en la región o si vamos a seguir jugando al péndulo.

Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

-T: ¿Qué significaría para la región una consolidación de estas expresiones de ultra derecha?
-ES:
Un retroceso, porque no llegan con unas motivaciones de producir cambios sociales permanentes, de superar las brechas que nos caracterizan como una sociedad desigual. La brecha de género, la brecha campo-ciudad, la brecha salarial, la brecha digital. Llegan montados en unos movimientos de opinión que son efímeros, que se mantienen superficialmente y que no producen cambios permanentes. La primera víctima de estos movimientos radicales de derecha es la integración, porque están enraizados en unos populismos muy complicados.

“Así como existe el euro, también podríamos nosotros tener un una moneda que fuera el sur, por lo menos empezar con nuestras transacciones”

-T: ¿Qué características o componentes tiene ese populismo de derecha?
-ES:
El populismo fiscal, que es quitarle impuestos a los empresarios para que generen empleo, cosa que no ha sucedido en los últimos 20 años; el populismo punitivo que es aumentar penas, aumentar cárceles, que lleva no a una política de seguridad, sino de segurismo y una falsa proclamación de la libertad. La libertad sin igualdad es tiranía. Es regresar por una puerta falsa al modelo neoliberal que predicaba una libertad, pero sin cambiar las condiciones del mercado y desmontando el Estado”.

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Foto: Victoria Gesualdi.

T: En contraposición a los planteos de dolarización de algunas economías latinoamericanas, desde el Grupo de Puebla impulsan la idea de desdolarizar el comercio regional e ir a una moneda común. ¿Qué significaría dolarizar?
-ES:
Dolarizar es venderle el alma al diablo. Es entregarle simple y sencillamente a los Estados Unidos el manejo monetario, que es la esencia de cualquier política macroeconómica nacionalista. La dolarización es una droga, porque es obtener un beneficio pasajero a cambio de una esclavitud permanente. Hay países que se han metido en la embriaguez de la dolarización, como Ecuador, que no han podido salir de allí y están esperando que la Reserva Federal decida qué hacer con su economía. Por eso, la propuesta que se está haciendo a nivel mundial es la desdolarización. Porque nos hemos dado cuenta que a través del dólar y de su imposición como moneda única, Estados Unidos se ha apoderado de todos los mercados y ha convertido el manejo del dólar en un arma de intervención. Tendría que llegar a Sudamérica -como lo ha propuesto Lula Da Silva- una moneda en la cual podamos hacer nuestras transacciones sin pedirle permiso a los Estados Unidos.

T: ¿Y eso sería viable en un mediano plazo?
ES: Se necesita un cambio de la arquitectura financiera regional. Eso no se puede poner en marcha de la noche a la mañana, pero uno sí se podría, por ejemplo, fortalecer más los bancos regionales, como es el caso del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), establecer un fondo de estabilización como el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), que hoy día no tiene suficientes recursos, pero que podría llegar a ser un factor de estabilización si entran Argentina y Brasil. Y sobre todo, empezar con los convenios que tenemos con la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), que son convenios de compensación entre los bancos centrales que podrían darnos la posibilidad de establecer una especie de moneda virtual que sería el nacimiento del sur. Así como existe el euro, también podríamos nosotros tener un una moneda que fuera el sur, por lo menos empezar con nuestras transacciones.





Fuente Telam