Desde París
El triunfo ante Gales, el último sábado en Marsella, le permitió al seleccionado argentino de rugby clasificarse para jugar las semifinales del Mundial de Francia. Así como viene sucediendo cada ocho años, en el 2007 con el tercer puesto de aquellos recordados Pumas de Bronce, acá en Francia y en el 2015 con el cuarto puesto en Inglaterra, el próximo viernes deberán enfrentarse nada menos que a los poderosos All Blacks, en busca de llegar a la gran final, algo que hasta ahora nunca pudieron conseguir.
El equipo que conduce Michael Cheika, aquel que había arrancado el 9 de setiembre en su debut ante Inglaterra con una derrota 27-10, dejando más dudas que certezas y jugando su peor partido en la apertura de un Mundial, es hoy, sin duda, otro completamente distinto.
Los Pumas que se habían ido al descanso en el debut abajo (3-12 y con George Ford como su gran pesadilla); ese equipo albiceleste que no pudo dar vuelta el resultado adverso con un hombre de más durante casi todo el partido ante La Rosa, se jacta ahora de poder llevar adelante aquella “estrategia” que no funcionó por entonces. Y de la cual Felipe Contepomi (ayudante principal) prefirió no recordarla, como él mismo señaló en la conferencia de prensa previa al partido con Gales.
Esos mismos Pumas lograron dar vuelta la historia, y paso a paso consiguieron afianzarse para ganar cada una de las finales que le sucedieron en el camino hasta llegar a esta instancia.
Los escollos que dejaron atrás
De esa forma, luego de la derrota; el primer problema a vencer se llamó Samoa, a quienes derrotaron definitivamente recién en los últimos minutos del juego, con un penal que el tucumano Nicolás Sánchez acertó para sacarse el peso del partido de encima, poder festejar, y sumar sus primeros cuatro puntos del torneo. En ese partido ante los isleños se mejoró solo en parte la actuación de la primera jornada, pero se empezaron a vislumbrar algunos cambios positivos en el equipo.
Luego llegó el tercer encuentro, la siguiente “final” como lo denominaba el staff argentino a cada encuentro. Fue contra el debutante en Mundiales, Chile, un equipo limitado que puso todo su esfuerzo en la cancha y realizó una muy buena labor. Los Pumas los vencieron sin mayores problemas 59-5, jugando bien durante casi 35 minutos del total del partido, pero desapareciendo también durante los primeros 20 del complemento, en donde Los Cóndores los complicaron simplemente con sus ganas.
En el final resurgieron los albicelestes y apoyaron el try primero del punto bonus, y luego otros que le sirvieron para redondear la goleada. El equipo quedó así en un mano a mano decisivo para el partido final del grupo, clasificatorio al tener que medirse con Japón.
Se esperaba entonces ese partido como una “nueva final”. El encuentro decisivo ante los nipones era la clave para pasar a los cuartos de final y sacarse esa mochila de encima. Ambos tenían nueve unidades en la tabla de posiciones, y sabían que quien ganara el partido decisivo accedería a la siguiente ronda.
El primer gran paso
Ese partido para los dirigidos por Cheika era crucial; ya que una eliminación ante los japoneses hubiera sido caer en un retroceso para nada esperado. Se jugaban allí cuatro años de trabajo en el que no quedaba otro resultado que ganar, y no se podían dar el lujo de repetir la frustración de volverse en la primera ronda, como sucedió en el Mundial 2019 de Japón. Por eso, tanto el staff como el plantel se encerraron para mentalizarse y dar el gran paso.
El 8 de octubre, un mes después del debut, Los Pumas volvieron a aprobar un nuevo desafío. Fueron de menor a mayor, en otro partido con muchos nervios y errores propios, que se definió con tres tries de Mateo Carreras, la gran figura, pero también con un Marcos Kremer brillante, y con unos forwards que mejoraron con la entrada de Isa. Además, apareció el siempre vigente Nicolás Sánchez, que al ingresar en los momentos finales del partido marcó la diferencia.
La pesada carga una vez clasificados había quedado atrás, y la mochila por entonces pesaba mucho menos. El equipo de Cheika ahora iba por una “nueva final”, la de los cuartos, ante Gales, que llegaba con cuatro triunfos en fila y como “banca” para ese partido, en el Estadio Velodrome de Marsella.
La victoria y estadía hasta el final del certamen
Los Pumas demostraron nuevamente que podían, a pesar de jugar una primera etapa regular en donde tuvieron un buen arranque, para luego entrar en el bache de siempre. Pero en el cierre de la primera etapa le encontraron la vuelta al partido, y a partir de allí la historia cambió. Esta claro que el rival también juega pero irse al descanso 6-10 abajo, y con la frente alta, sabiendo que se podía dar vuelta el score para pasar a las semifinales ayudó mucho.
En la segunda parte salieron decididos y mostraron ese juego, fuerza y coraje que hasta allí no habían aparecido. Con sus forwards como bandera para ir al frente se despertaron, jugaron el mejor segundo tiempo del Mundial y se quedaron con el duelo.
Con el amor propio que los caracteriza como equipo, sumado a las individualidades de Montoya, Boffelli, Moroni –con una tapada espectacular–, e incluso de Creevy en el final del partido, Los Pumas otra vez dijeron presente. Eso sumado a la aparición clave desde el banco de suplentes del tucumano Sánchez, que esta vez además se dio el gusto de liquidar el partido dándole el golpe de gracia a unos desorientados galeses ante el segundo tiempo argentino, que nunca más pudieron tomar las riendas del encuentro y así se quedaron afuera del torneo.
Las semifinales, como en 2007 y 2015
La clasificación a las semifinales, si nos remitimos un mes atrás y luego del debut mundialista parecían una utopía. Pero ahora se transformaron, desde el sábado por la tarde-noche de Marsella, en realidad. Y como este equipo cuando va de punto rinde mucho más, entonces por qué no ilusionarse.
El próximo viernes estarán enfrente nada menos que los All Blacks, que vienen de vencer a Irlanda, el número uno del mundo, en un verdadero partidazo 28-24 y quieren ir por la final. El arranque de ellos había sido también con derrota, contra los dueños de casa que ya no están, y luego se reivindicaron con sendas goleadas a Namibia, Italia y Uruguay.
Los Pumas ya saben que los pudieron vencer dos veces no hace tanto tiempo (con Ledesma y con Cheika), y quieren repetirlo. Para que eso ocurra no se podrán dar el lujo de jugar con las intermitencias que padecen desde el Rugby Championship a la fecha. En el Mundial esos altibajos estuvieron presentes en todos los partidos, y se suplieron con individualidades y la garra Puma que los caracteriza, para sacar a flote las cuatro finales que los hicieron llegar hasta esta instancia definitoria.
El segundo tiempo con Gales realmente ilusiona. Los cambios de Michael Cheika realizados en el momento justo, le dieron un voto de confianza al australiano que de esta forma llega por segunda vez a dirigir las semifinales de un Mundial, ya que antes lo había hecho con Australia.
Esa mezcla de jóvenes y experimentados que pone en la cancha le terminó dando el resultado buscado, ese del que el staff argentino estaba seguro que aparecería y por el que habían trabajado. Si hasta Santiago Carreras jugó su mejor partido como apertura en este último triunfo frente a Gales. La ilusión está intacta.
El equipo tiene que jugar una nueva final; distinta, pero al fin y al cabo una nueva final. No se podrá fallar en lo más mínimo, ni caer en los errores que hasta aquí tuvieron, porque los que estarán enfrente no perdonan. El premio en este caso, si lo logran, será único y excepcional: llegarían por primera vez en la historia a la final de un Mundial.
Si quieren cumplir con la proeza de meterse en ese lugar reservado para muy pocos deberán esforzarse una vez más. Un equipo unido como esa familia que demuestra ser en la cancha. Un plantel convencido por su staff de lo que deberá hacer, quiere hacerle saber al mundo del rugby que buscarán dar el gran golpe en este Mundial batiendo a uno de los candidatos al título.
Solo resta esperar unos días más, el próximo viernes en el Stade de Francia se sabrá si ese sueño se puede hacer realidad, y hacía allí viajarán las ilusiones de todos los argentinos de los 576 clubes del país. Que estarán empujando y apoyando como siempre a estos Pumas que siguen pensando firmemente en ganar finales.