Entre tantas respuestas que entregó la Selección argentina de fútbol en la reciente ventana de Eliminatorias Sudamericanas, una cualidad fuera de la cancha, no menos importante que las que ofrecen los futbolistas dentro de ella, quedó ratificada: la lucidez de Lionel Scaloni para administrar el plantel.
El esplendoroso presente de los campeones del mundo se explica con el récord de “Dibu” Martínez, la seguridad de “Cuti” Romero y Nicolás Otamendi; la polifuncionalidad de Rodrigo De Paul, la jerarquía de Alexis Mac Allister, la verticalidad de Ángel Di María, el desequilibrio de Julián Álvarez y el talento de Lionel Messi, pero también con las decisiones del entrenador, siempre de impacto positivo.
Esta virtud ya se había confirmado en el momento más importante de su ciclo, el Mundial de Qatar, donde el DT hizo una lectura apropiada para decidir modificaciones tácticas y cambios de jugadores en cada una de las fases que atravesó el equipo hasta la consagración en Lusail.
Scaloni muestra una virtuosa capacidad para elegir a los futbolistas que demanda el momento, para cambiar sus posiciones si el partido así lo requiere y para preservar recursos si es necesario, bajo la convicción de que la abundancia del plantel le permitirá resolver situaciones sin que se resienta el funcionamiento colectivo.
El manejo de la lesión de Messi en los partidos frente a Paraguay y Perú confirmó su facultad en esa línea. Con mucho sentido común, el entrenador acompañó el progreso de recuperación física del astro hasta devolverle la titularidad anoche en Lima, donde la historia ya es conocida.
Argentina brilló con su capitán en cancha pero en el partido previo, ante Paraguay, cuando Leo tuvo que sentarse en el banco para que no corriera peligro su salud, el equipo jugó acaso uno de los mejores lapsos de fútbol desde la conquista de la tercera estrella.
El primer tiempo con el seleccionado guaraní fue una ratificación de que la fortaleza colectiva de la Selección está por encima de cualquier nombre, incluso Messi. “Primero el equipo”, repite el entrenador con sabiduría cada vez que explica una decisión sobre el armado.
No parece haber jugadores imprescindibles en la “Scaloneta”, sin que ello signifique una subestimación a la importancia de cada uno de los referentes del ciclo.
Argentina pudo elevar su nivel sin Messi -ausente ante Bolivia y en parte del triunfo sobre Paraguay- y también sin Di María, una de las bajas por lesión para esta doble fecha de la clasificación de la Conmebol.
El recambio perfila con naturalidad, sin sensaciones traumáticas. Si no están los dos símbolos, Lautaro y Julián pueden convivir exitosamente en el equipo, mientras Alejandro Garnacho espera su oportunidad en el banco.
En el mediocampo, Alexis y Enzo rotan posiciones y la buena circulación de pelota sigue garantizada del mismo modo que si ingresan Leandro Paredes o Giovani Lo Celso, dos futbolistas inamovibles en el inicio de la gestión Scaloni.
Otras bajas considerables de la Argentina en esta ventana, igualmente bien disimuladas, fueron las de Lisandro Martínez, Paulo Dybala y hasta la de Juan Foyth, que hubiera sido una solución en Lima por las molestias que dejaron fuera de competencia a los dos laterales derechos, Nahuel Molina y Gonzalo Montiel.
“Tuvimos que trabajar mucho y usar la cabeza a nivel cuerpo técnico porque cuando sale Gonzalo no teníamos un lateral típico para la defensa”, admitió el DT en la conferencia de prensa, al referirse a la inclusión de Lucas Martínez Quarta.
El marcador central de la Fiorentina no jugaba en la Selección desde la última fecha de las Eliminatorias pasada, en marzo de 2022. Debutó en esa posición y cumplió una correcta labor.
Punto a favor para el cuerpo técnico, como el que el propio Scaloni le reconoció a sus colaboradores con la jugada preparada del gol de Otamendi que determinó el 1-0 frente a Paraguay.
Argentina, líder invicto de la clasificación rumbo al Mundial 2026, afrontará en noviembre el mejor combo posible que puede brindar esta competencia: los clásicos ante Uruguay y Brasil, ambos escoltas a cinco puntos. Nunca antes tan oportuno: la “Albiceleste” llega en su mejor momento dentro y fuera de la cancha.