El excanciller ecuatoriano Guillaume Long consideró que Revolución Ciudadana (RC), la fuerza que orienta Rafael Correa, enfrenta “el mismo reto” que en 2021, cuando todos los grupos políticos y los medios hegemónicos buscaron evitar su triunfo, y explicó que por eso la estrategia de la candidata Luisa González para el balotaje del 15 de octubre “es la de sumar sectores que no sean correístas, apelar a grupos que no se identifican con el correísmo, pero que recuerdan con nostalgia sus políticas”.
“El correísmo enfrenta el mismo reto que en 2021: una suerte de coalición hegemónica, muy reforzada desde los medios, para impedir la victoria de Luisa González. Se hace campaña de forma agresiva, con los medios en un rol preponderante, que inclinan la cancha. Pero bueno, es un marco democrático”, evaluó Long en diálogo con Télam.
Hace dos años, el ahora saliente mandatario Guillermo Lasso fue candidato de CREO y quedó segundo en la primera vuelta, detrás del economista Andrés Arauz, candidato de RC, pero en el balotaje el banquero logró la mayoría.
Ministro en otras áreas antes de llegar a la Cancillería durante el gobierno de Correa, representante de Ecuador en la ONU hasta que rompió con la gestión de Lenin Moreno, Long es un académico que desde que se sumó a RC se vinculó con fuerzas progresistas de la región.
El excanciller destacó que el resultado electoral de la primera vuelta le dio al correísmo “el mayor bloque” de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento) con 50/51 legisladores, lejos de las 20 bancas de la fuerza que le sigue. “No es una mayoría, pero es una bancada muy importante”, resaltó.
Long estimó que el debate del último domingo entre González y su adversario, el candidato de Acción Democrática Nacional (ADN), Daniel Noboa, “puede acelerar el achicamiento” de la ventaja que dan las encuestas a favor del empresario, “porque le fue muy mal y estuvo por debajo de las expectativas”.
“Los debates nunca tuvieron gran impacto en Ecuador en general. Si no se cometían errores graves, no solía cambiar las preferencias. Pero el primer debate fue una excepción. El momento económico y de seguridad generó mayor audiencia y atención. Como si se politizara el momento. Y Noboa ahí se lució. Su repentino ascenso se vio como fruto del debate”, reseñó.
Pero, consideró, “el domingo Noboa tenía oportunidad de confirmar que sabía debatir, de exponer sus ideas, de mostrar que no era un destello de un momento” y no pasó nada de eso. “Lo dijeron incluso medios que lo apoyan”, expresó el excanciller.
Long elogió “la estrategia de segunda vuelta de apuntar más a la unidad nacional, de sumar a sectores afines que no son correístas, de apelar a sectores de la sociedad que no se identifican con RC, pero que recuerdan con cierta nostalgia las políticas, incluyendo a empresarios, porque el país crecía.
Se trata, manifestó, de buscar menos el llamado “voto duro, y de ampliar el espectro” y de dar la disputa por el voto joven -en Ecuador se vota desde los 16 años-, un sector para el que RC debe afinar la estrategia porque los integrantes de ese segmento no vivieron los años de gestión de Correa.
El exdiplomático puso énfasis en el hecho de que Noboa “tuvo la estrategia del outsider, no tuvo un discurso anticorreísta y eso lo ayudó con el voto indeciso”.
“Su problema es que es el hijo del hombre más rico de Ecuador. Y eso marca un continuismo en términos de elites: teníamos un banquero, ahora tenemos un bananero. Y, además, fue un asambleísta de muy bajo nivel, con alto ausentismo y poco comprometido… No es un outsider”, remarcó.
E insistió: “No sale de la nada; es integrante del grupo más oligarca del país”, en referencia a que el padre del candidato, Álvaro Noboa, es uno de los hombres más ricos de Ecuador, fue cinco veces candidato a la presidencia y maneja un grupo de empresas.
De hecho, la segunda vuelta del 15 de este mes reeditará, con variantes, el enfrentamiento de RC con un Noboa: en 2006, Correa le ganó el balotaje al empresario, pese a que el magnate había ganado la primera vuelta.
“La fractura correísmo-anticorreísmo ya no es suficiente. El debate ahora es sobre políticas públicas. Y Luisa tiene algunas ventajas respecto de políticas pasadas, entre otros temas el de la muy baja criminalidad. El correísmo ahí tiene mucho que lucir y mostrar”, ponderó Long.
El exfuncionario llamó la atención sobre la rareza de que únicamente González proviene de la militancia de la fuerza a la que representa, mientras los demás candidatos de la primera vuelta lo fueron por partidos o alianzas que no integraban.
“De las ocho candidaturas, solo una salió de partidos políticos. Hay algo de venta de partidos, de prestar sellos. Delata el modelo, de alguna manera”, consideró, y valoró que RC se haya consolidado desde hace unos años, al punto de haber ganado las regionales de comienzos de años para alzarse con los gobiernos de, por ejemplo, Quito y Guayaquil, las dos principales ciudades del país, y varias prefecturas.
“Hay mucha mayor fuerza y hay un partido reconstruido”, resaltó.
Y volvió a la cuestión del debate del domingo, porque como todavía existe una diferencia en la intención de votos a favor del candidato de ADN, según los sondeos, “lo que viene es clave; a veces, el pos-debate es más importante que el debate en sí, y que los medios dijeran que los dos fueron malos es solo para tapar el desempeño de Noboa”.
Reservó finalmente un párrafo para Lasso, cuya decisión de disponer la llamada “muerte cruzada” -disolución de la AN y elecciones presidenciales para adelantar su salida del Palacio de Carondelet- fue lo que dio paso a este proceso comicial.
“Ninguno de los candidatos quiso recibir su apoyo. Es muy extraño que una fuerza en el Gobierno no tenga siquiera lista para la Asamblea. El desgaste es absoluto y las acusaciones de vínculos con negociados son fuertes. Noboa trató de correrse de cualquier relación, porque Lasso es tóxico. Pero ya salió que un exministro de Lasso (Bernardo Manzano) trabajó para el grupo Noboa”, destacó Long.